Son muchos los factores que pueden influir en que suframos de sensibilidad dental. Sin embargo, los más comunes son los siguientes:
A) Si los dientes son cepillados con mucha fuerza y con movimientos incorrectos, a largo plazo puede generarse un desgaste dental que resulte en sensibilidad dental al frío o al propio cepillado dental.
B) El desgaste dental producido por morderse las uñas.
C) La causa más común y al mismo tiempo más desconocida por la mayoría de las personas, es el consumo de alimentos o bebidas ácidas. Existe una condición denominada erosión química del esmalte, que no es más que el desgaste patológico de la estructura dental, derivada del consumo de productos con un pH muy ácido. El consumo diario de productos tan comunes como naranjas, limones, vinos, entre otros; es un enemigo letal para la conservación del esmalte a largo plazo.
D) Patologías del sistema digestivo como el reflujo, o desórdenes alimenticios como la anorexia o bulimia generan acidez, que desgasta los dientes. Cuando alcanza un estadio muy avanzado, también genera sensibilidad dental.
Además de estas patologías asociadas a los hábitos del paciente, existen otras causas más fáciles de detectar, como la presencia de caries o de fracturas dentales que puedan poner en riesgo la vitalidad del diente, es decir, que expongan el nervio a la superficie oral, produciendo un proceso inflamatorio que inicialmente puede ser leve y reversible. Hay que considerar que cualquier hábito o circunstancia que derive en el deterioro del esmalte y su consecuente desgaste, producirá una sensación de sensibilidad dental.
Cualquiera que sea la causa, esta debe ser detectada por un odontólogo para poder corregir el problema de base y resolver la situación a largo plazo.
