La respuesta es sí. En general no somos conscientes de los diversos problemas que se originan debido al ritmo acelerado de vida que llevamos. Tendemos a pensar que únicamente nos provoca consecuencias emocionales, sin embargo, en lo que refiere a la salud buco-dental, la ansiedad y el estrés pueden hacer verdaderos estragos.
Entre otros, el estrés puede provocar:
- Inflamación de las encías o gingivitis. Las personas que padecen estrés prestan menos atención a sus hábitos de higiene dental y ello puede comportar no solo esta patología, sino que asimismo, el sangrado de las encías. Una gingivitis no tratada a tiempo en la consulta dental podrá derivar en una periodontitis (movilidad dental o pérdida prematura de los dientes).
- Bruxismo. El bruxismo es la para-función de apretar o rechinar los dientes de forma consciente o inconsciente. Por lo general, quienes sufren de bruxismo aprietan o rechinan los dientes por la noche y sin darse cuenta de ello, y esto puede provocar desgaste prematuro, fracturas dentales, dolores maxilares…
- Aftas o llagas. La causa principal en la aparición de aftas o llagas es un descenso de las defensas (sistema inmunológico), no obstante, la mordedura repetitiva por nervios de los labios, la cara interna de las mejillas y una deficiente higiene buco-dental puede favorecer a su aparición.
- Caries. El estrés provoca una reducción de la producción de saliva y ello puede comportar una xerostomía, que a la vez provoca irritación e inflamación de los tejidos blandos orales haciéndolos más susceptibles a padecer infecciones. Asimismo, una disminución salival aumentará exponencialmente el riesgo de padecer caries dental.
Por esto, recomendamos realizar revisiones periódicas con tu odontólogo al menos una vez cada seis meses. Siempre la prevención será el mejor de los tratamientos y una visita a tiempo puede evitar dolores dentales, procesos infecciosos, tratamientos más largos. Además, una vez al año, deberías realizar una higiene en el consultorio dental de tu confianza.
